3. Dimensiones de la Formación

3. Dimensiones de la Formación, cf. 2020 Ratio Formationis Generalis, #s 51 – 57

La Dimensión Humana – La dimensión humana y fraterna exige el conocimiento de sí mismo y de los propios límites, para obtener el estímulo necesario y el apoyo en el camino hacia la plena liberación”.  (Vita Consecrata No. 71).  Por lo tanto, la formación debe promover esas cualidades humanas necesarias para la vida y el trabajo de cada cohermano en la comunidad Redentorista

La Dimensión Espiritual – Para los Redentoristas, “la espiritualidad es a la vez la fuente y el fruto de la misión” (22º Cap. Gen. 1997, Mensaje Final, n. 6). Esto es lo que da forma y energía a lo que somos y a lo que hacemos.

La Dimensión Comunitaria – Para los Redentoristas, “la comunidad no consiste tan sólo en la cohabitación material de los cohermanos, sino a la vez en la comunión de espíritu y de hermandad. La vida comunitaria se ordena a que los congregados, a ejemplo de los apóstoles (cf. Mc 3,14; Hch 2,42-45; 4,32), compartan en sincera comunión fraternal las oraciones y deliberaciones, los trabajos y sufrimientos, los triunfos y fracasos, y también los bienes temporales, todo al servicio del evangelio” (CC 21-22). 

La Dimensión Académica – La dimensión académica e intelectual nos ayuda a entender mejor nuestra realidad pasada y presente, y es una herramienta necesaria para evangelizar las culturas. “Una disminución de la preocupación por el estudio puede tener graves consecuencias también en el apostolado, generando un sentido de marginación y de inferioridad, o favoreciendo la superficialidad y ligereza en las iniciativas… la dedicación al estudio no puede reducirse a la formación inicial o a la consecución de títulos académicos y de competencias profesionales. El estudio es más bien manifestación del insaciable deseo de conocer siempre más profundamente a Dios, abismo de luz y fuente de toda verdad humana” (VC 98).

La Dimensión Pastoral-Misionera – el Estatuto General 058 dice: “La nota peculiar de la formación misionera, que debe brillar con toda claridad, es la índole pastoral de todo el proceso formativo. A fin de que los candidatos puedan renovar y acrecentar la propia fe en el misterio de la salvación y anunciar con confianza el evangelio a los hombres, todo lo referente a la formación, tanto los estudios como la vida espiritual, debe conjugarse con prácticas y experiencias apostólicas”.