“El espíritu redentorista, una vez vivido, permanece para siempre, fortaleciendo nuestra misión y nuestra fraternidad”, dijo el padre Rogério Gomes, CSsR, al saludar a los participantes en el encuentro en línea entre el Consejo General y ex seminaristas, realizado el pasado sábado 5 de abril.
Dirigiéndose a casi 150 participantes conectados desde diferentes países del mundo, el Padre General añadió:
“Este evento marca un momento histórico, ya que representa la primera iniciativa del Gobierno General encaminada a reunir a todos los ex seminaristas redentoristas, reafirmando nuestro compromiso de animar los diversos grupos que conforman la vida de la Congregación”.
A continuación el texto completo del discurso pronunciado por el Padre Rogério Gomes, Superior General de la Congregación del Santísimo Redentor (haga clic aquí para leer el texto).
Aquí está el informe de uno de los participantes de la reunión, que compartió con Scala News:
Un hito de reconciliación y esperanza
Lo que vivimos en el Encuentro Mundial de Exseminaristas Redentoristas, con la presencia de sus esposas e invitados, no fue solo un evento. Fue un regreso a nuestros orígenes espirituales, un encuentro entre caminos que se han entrelazado a lo largo del tiempo y que aún resuenan en nuestros corazones.
Bajo la guía serena e inspiradora del Padre Rogério Gomes, Superior General de la Congregación del Santísimo Redentor (CSsR), el diálogo se inició con un gesto raro y profundo: un pedido de perdón por la falta de comprensión ante el dolor y las luchas que enfrentan tantos jóvenes durante su formación. Un gesto no sólo para reparar, sino para sanar, acoger y reconectar.
Hubo hombres que, una vez seminaristas, hoy son padres, abuelos, profesionales, funcionarios públicos, artistas, educadores… pero que nunca han dejado de llevar consigo la chispa del carisma redentorista. Junto a ellos estaban sus esposas, compañeras de muchos viajes, y amigos que vivieron en primera persona el profundo significado de aquella experiencia fundacional.
No fue una mirada nostálgica al pasado, sino una introspección madura. Fue el comienzo de algo nuevo. Un compromiso para mantener vivo el diálogo, restablecer vínculos y construir puentes entre la Congregación y todos aquellos que, incluso fuera de los muros del seminario, siguen inspirados por la misión redentorista.
Ojalá haya futuros encuentros. Que esta red de afecto, de fe y de compartir se fortalezca cada vez más. Y que la voz de San Alfonso siga inspirándonos: “Dios nos ama y quiere ser amado”.
Pedro Luis Dias
Encuentro en línea con ex seminaristas redentoristas
Mensaje
“El Señor que nos envía como misioneros y peregrinos de la Esperanza en un mundo herido”
Estimados Ex Seminaristas Redentoristas:
- Agradecemos profundamente la participación de cada uno de ustedes en este encuentro especial de Ex Seminaristas Redentoristas. El espíritu redentorista, una vez vivido, permanece para siempre, fortaleciendo nuestra misión y fraternidad. Este evento marca un momento histórico, ya que es la primera iniciativa del Gobierno General para reunir a todos los antiguos seminaristas redentoristas, reafirmando nuestro compromiso de animar a los diversos grupos que conforman la vida de la Congregación. La invitación fue enviada a las cinco Conferencias de la Congregación con el objetivo de estrechar nuestros lazos como una gran familia redentorista y como cuerpo misionero, impulsados por el mismo ardor evangelizador que siempre nos ha guiado. Asimismo, queremos reconocer la valiosa labor que desempeñan en tantos ámbitos, ya sea en parroquias, ONGs, universidades y otros espacios de servicio. ¡Que este encuentro sea un hito de comunión, fraternidad y renovación de nuestro espíritu de servicio!
- Antes de abordar el tema central de este encuentro, quisiera expresarles una sincera petición de perdón. Reconocemos que, en distintos momentos, nuestro proceso de formación puede no haber sabido escucharlos plenamente, ni haber favorecido un discernimiento más atento y, en algunas situaciones, incluso haber interrumpido los sueños de algunos. Reflexionar sobre estos aspectos es fundamental si queremos construir una formación redentorista cada vez más humana, acogedora y comprometida con el desarrollo integral de cada joven. Nuestro anhelo es que este itinerario formativo siga siendo un espacio genuino de discernimiento, donde cada persona pueda vivir su vocación según el proyecto del Redentor, con libertad, plenitud y alegría. Al mismo tiempo, creemos que, en muchos casos, la formación ha sido una valiosa ayuda para que las personas puedan discernir y elegir con claridad su camino futuro.
- Cada año, el Gobierno General de la Congregación propone un tema específico para animar nuestro camino misionero, comenzando siempre el 15 de marzo, en la festividad de San Clemente. En 2023, nuestra reflexión se centró en la vida comunitaria; en 2024, profundizamos en la importancia de la formación para la misión; y ahora, en 2025, se nos invita a meditar sobre la misión misma. En los años siguientes, abordaremos distintos aspectos fundamentales de nuestra vocación: en 2026, reflexionaremos sobre el liderazgo para la misión; en 2027, sobre la espiritualidad redentorista; y en 2028, revisaremos nuestra vida en preparación para el XVII Capítulo General.
- En este Año de la Misión, quiero reflexionar con ustedes sobre el tema: “El Señor que nos envía como misioneros y peregrinos de esperanza en un mundo herido”. Que esta reflexión nos ayude a renovar nuestro compromiso misionero, a animarnos mutuamente y a ser signos vivos de esperanza y redención en medio de las heridas de la humanidad. Ustedes son misioneros y peregrinos de esperanza en este mundo herido, donde conviven alegrías y dolores. Vale la pena recordar las palabras de Gaudium et Spes (1): “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”.
- El Señor nos envía como misioneros y peregrinos de esperanza, llamándonos a llevar la luz del Evangelio a un mundo profundamente marcado por el dolor, la injusticia y la soledad. Estamos llamados a caminar junto a quienes sufren, ofreciendo palabras de aliento y recordando que, incluso en la adversidad, la misericordia divina nunca nos abandona. El filósofo coreano Byung-Chul Han, en su libro Contra la sociedad de la angustia: esperanza y revolución, señala: “La esperanza abre el horizonte de la sabiduría, renueva el coraje y da alas a la vida. Nos ofrece un futuro”. Creo que, además de darnos alas, la esperanza es la antorcha que llevamos en la mano, iluminando nuestro camino y ayudándonos a salir de la oscuridad en esos momentos en que el mundo parece sombrío.
- Vivimos en un mundo marcado por profundas heridas que claman por ser sanadas. Estas heridas se reflejan en las múltiples dificultades que enfrenta la humanidad en distintos ámbitos —social, político, económico y espiritual—, agravando la desigualdad, la injusticia, el sufrimiento, la falta de empatía y la desesperanza. Se manifiestan en las disparidades sociales, en el egoísmo que fomenta conflictos y divisiones, en la exclusión y marginación provocadas por la pobreza, la discriminación racial, la violencia y las barreras que restringen el acceso a los derechos fundamentales. A esto se suma una herida aún más profunda: la pérdida de sentido y propósito en una sociedad que, con demasiada frecuencia, olvida el valor de la solidaridad, el cuidado del prójimo y el respeto por la naturaleza.
- En este contexto, los Ex Seminaristas Redentoristas, formados en la espiritualidad y comprometidos con los más necesitados, pueden convertirse en fuerzas transformadoras de esta misión. Gracias a su experiencia de fe, su conocimiento de las Escrituras y su vivencia misionera, tienen la capacidad de tocar corazones heridos, ofreciendo consuelo y renovación espiritual. Su celo misionero va más allá de las palabras: se hace visible en acciones concretas de servicio y solidaridad, capaces de transformar realidades.
- La sanación de este mundo herido depende de la voluntad de cada uno de entregarse al prójimo, y ustedes están preparados para esta misión, dondequiera que estén. Como mensajeros de esperanza, contribuyen a restaurar la dignidad humana y a abrir caminos hacia la verdadera paz. En este viaje, ustedes y sus familias son testigos vivos del amor incondicional de Dios por quienes más lo necesitan. Creo firmemente que todos nosotros, como Familia Redentorista, estamos llamados hoy, más que nunca, a ser verdaderos samaritanos, dispuestos a sanar las heridas de quienes han caído en el camino, extendiéndoles la mano con compasión y amor. Asimismo, hay quienes han seguido otros caminos y hoy son sacerdotes diocesanos o pertenecen a otras congregaciones. Muchos de ellos llevan el carisma redentorista en su corazón y continúan nutriéndose de su espiritualidad, manteniendo viva esta misión transformadora.
- Como misioneros y peregrinos de esperanza, creo que juntos tenemos la misión de sanar estas heridas, promoviendo acciones que impulsen la transformación social, espiritual y humana. Nuestro trabajo consiste en llevar el mensaje de compasión, respeto e inclusión, buscando restaurar el tejido humano que une a las personas y reconectar a los seres humanos con su esencia más profunda, llena de amor, empatía y propósito. Desde una perspectiva más amplia, esta es una llamada a sanar las relaciones humanas, la naturaleza y nuestra conexión espiritual con algo más grande, promoviendo un mundo más justo, equilibrado y fraternal.
- No es una tarea fácil. A menudo nos sentimos como David frente al gigante Goliat (cf. 1 Sam 17), pero es la esperanza la que nos da la fuerza para luchar contra fuerzas mayores. Lo que no podemos hacer es permanecer pasivos ante la realidad. Se cuenta la historia de un gran incendio forestal. Ante la calamidad, todos los animales estaban perplejos y asustados. En medio del incendio, un pequeño colibrí llevaba gotas de agua en el pico y las arrojaba sobre el fuego. Algunos de los animales, observando, le dijeron: “¿Para qué haces eso? No podrás apagar el fuego”. El colibrí contestó tranquilamente: “Aporto mi granito de arena”. Creo que la esperanza es como ese pequeño colibrí, que lleva gotas de agua para calmar el fuego voraz que amenaza con destruir los valores, el bien común y la humanidad.
- Me gustaría animarles a mantener vivas sus actividades en las cinco Conferencias de la Congregación. Les invito a intercambiar experiencias con grupos de otras nacionalidades, ya que esto es profundamente enriquecedor. En Brasil, existe un gran grupo, UNESER, que ha venido perseverando y dialogando con otras realidades de América Latina. También hay otros grupos que están llevando a cabo iniciativas valiosas, y esta experiencia necesita ser ampliada y conocida. Las herramientas telemáticas, como Zoom, Google Meet y otras, pueden ser poderosos aliados en este proceso de interacción y aprendizaje mutuo. Es fundamental alentar a aquellos que, aunque ya no están en sus casas de formación o no están vinculados a la Congregación por sus votos, siguen manteniendo un vínculo afectivo y espiritual. Entre ellos, encontramos personas que han dejado definitivamente la vida religiosa y sacerdotal, así como sacerdotes diocesanos y otros religiosos. En un mundo que cada vez más tiende a homogeneizar los pensamientos y excluir lo diferente, nuestro testimonio debe ser de apertura, acogida y trabajo en equipo, como signo de diversidad y unidad. “Somos misioneros de la esperanza tras las huellas del Redentor.”
- Quisiera concluir este mensaje con una cita del teólogo alemán Jürgen Moltmann (1926-2024), quien escribió ampliamente sobre la teología de la esperanza. Su experiencia personal como prisionero de guerra durante la Segunda Guerra Mundial lo llevó a reflexionar profundamente sobre el sufrimiento, la redención y la esperanza cristiana. En el contexto actual, sus palabras siguen siendo de gran relevancia y merecen ser leídas y reflexionadas. Él dice: “La fuerza vital de la esperanza dirige nuestros sentidos hacia la vida que se realiza. Esperamos experiencias de vida hasta ahora desconocidas. Abrimos nuestros sentidos a lo que viene para nosotros. Gracias a la esperanza, no nos abandonamos a los poderes de la muerte, la decepción o la humillación. La esperanza es la plenitud de la vida que despierta nuestros sentidos cada mañana”.[1]
- Me gustaría darles las gracias a cada uno de ustedes por dedicar su tiempo a estar presentes en este encuentro tan sencillo, pero que tiene el propósito de recordarnos que podemos vivir nuestra vida redentorista de otras maneras, siendo luz para el mundo. Como nos recuerda el Papa Francisco en Evangelii Gaudium, n. 169: “En este mundo, los ministros ordenados y los demás agentes pastorales pueden hacer presente la fragancia de la presencia cercana de Jesús y su mirada personal. La Iglesia deberá iniciar a sus hermanos —sacerdotes, religiosos y laicos— en este ‘arte del acompañamiento’, para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5). Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión, pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana”. Creo que este encuentro va en esa dirección y espero que los nuevos responsables que vengan puedan profundizar cada vez más en este proceso.
- Que María, la Madre de la Esperanza, anime a cada uno de ustedes en su misión diaria y les impulse a ser llamas de esperanza allí donde estén. Que San Alfonso y otros santos, mártires y beatos, nos sirvan de inspiración como familia redentorista.
P. Rogério Gomes, C.Ss.R.
Superior General
Comunidad Redentorista, Montparnasse, Paris, 05 de abril de 2025.
Original: español
[1] MOLTMANN, Jürgen.Hope in these troubled times. Translated by Margaret Kohl and Brian McNeil. Geneva: World Council of Churches, 2019, p. 118.