Indulgencia: un don de gracia que no conoce límites

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(del Blog de la Academia Alfonsiana)

Entre las palabras clave que caracterizan el Jubileo como punto culminante de la vida de la Iglesia y como acontecimiento social, se encuentra sin duda la indulgencia. ¿Qué es?

La indulgencia es «una de las diversas formas mediante las cuales la gracia del perdón» continúa derramándose «con abundancia sobre el santo y fiel Pueblo de Dios». Se vive desde la perspectiva de descubrir la inmensidad de la misericordia de Dios y, como explica el papa Francisco en la Bula de Invocación para el Jubileo Ordinario del año 2025: «antiguamente, el término ‘misericordia’ era intercambiable con el de ‘indulgencia’, precisamente porque pretende expresar la plenitud del perdón de Dios, que no conoce límites».

La Penitenciaría Apostólica ha establecido disposiciones para obtener la indulgencia plenaria durante el Jubileo del año 2025, según las cuales, incluso antes de ser otorgada como una práctica, la indulgencia debe ser comprendida y vivida como un don de la gracia. Por lo tanto, el compromiso pastoral y moral consiste en «estimular el deseo piadoso de obtener la indulgencia» como «don único, obtenido por mediación de la Iglesia» que, en virtud del poder de atar y desatar, interviene en favor de los fieles en Cristo, revelándoles el tesoro de los méritos del Hijo de Dios y de los santos, para que obtengan del Padre misericordioso la remisión de las penas temporales que de ella se derivan, junto con la pena eterna del pecado.

Hoy, como ayer, tantos hombres y mujeres necesitan signos y gestos sencillos, a veces arrodillarse ante una estatua, besar una imagen de Jesús o incluso tocar las reliquias de un santo. Esto demuestra cómo Dios nos creó con sentidos diseñados para ayudarnos a creer, esperar y amar. La indulgencia es, por tanto, este signo concreto que la Iglesia ofrece en este Año Jubilar a todos aquellos que desean crecer en la fe para alcanzar la felicidad. ..//

Por eso, el uso de las indulgencias despierta eficazmente la caridad y permite ejercerla de manera eminente, cuando se ofrece ayuda a los hermanos y hermanas que duermen en Cristo (cf. Indulgentiarum Doctrina, 9). Pablo VI también especifica que el propósito y la tarea de la Iglesia al conceder indulgencias no es solo ayudar a los fieles a reparar sus pecados, sino también animarlos a realizar obras de piedad, penitencia y caridad, especialmente aquellas que contribuyen al crecimiento de la fe y al bien común. Si, por tanto, los fieles ofrecen indulgencias en sufragio por los difuntos, cultivan la caridad de forma excelente y, al elevar su mente al cielo, ordenan con mayor sabiduría las cosas terrenas (ibid., 8). Esta caridad también puede expresarse mediante la adoración al Santísimo Sacramento durante media hora.

La indulgencia, para este Año Jubilar, es, por tanto, una valiosa oportunidad para que todos los cristianos se reconecten con la esencia de su fe y se esfuercen por alcanzar las gracias necesarias mediante una buena confesión y la participación activa en cada Eucaristía. Es hora de reavivar la llama de la esperanza y comenzar un camino espiritual que renueve no solo el corazón, sino también el mundo.

Ngoie Kabila Jean Paul, sdb Studente dell’Accademia Alfonsiana

(se puede leer el original completo en francés en el Blog de la Academa Alfonsiana)