La Inmaculada Concepción y los Redentoristas

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Como San Alfonso, nuestro padre fundador, los redentoristas siempre estamos invitados a fomentar la devoción a la Virgen María, de acuerdo a las culturas propias del tiempo: “Consideren a la Bienaventurada Virgen María como su modelo y socorro… fomenten con celo su veneración, sobre todo mediante el culto litúrgico, y celebren sus fiestas con especial fervor. Fieles a la tradición Alfonsiana, todos los congregados honraran a diario a esta Bienaventurada Virgen…” (Const. 32)

Hablar de la Virgen María, es hablar con tanta ternura de la acción misericordiosa de Dios hacia la humanidad, para que todos sepamos reconocer su grandeza desde la humildad de quien la sirve, no como esclava, sino como aquella creatura que acepta la Voluntad de Dios, y ello permite que su misericordia llegue a toda la humanidad “Hágase en mí, según tu palabra” (Lc. 2, 26 ss).

Ahora, hablar del tema de la Inmaculada Concepción, es hablar de un dogma de fe, para la Iglesia católica en el mundo, y ello es una verdad de fe, algo en lo cual no se puede dudar, que siempre ha sido así, y que la Iglesia pide que se defina como una verdad en la Tradición, y que esta verdad ha sido iluminada por Dios; el único que puede dar a conocer ello es el Romano Pontífice.

“El dogma de la Inmaculada Concepción significa que María permaneció inmune al pecado original…, Al definir la doctrina de la Inmaculada Concepción como dogma de la fe el Papa Pío IX simplemente aseveró que la doctrina se encuentra en el depósito de la revelación y que, por lo tanto, es necesaria para la fe. Esto lo hizo a través de una declaración papal que intituló Ineffabilis Deus en 1854” (Jorge C., Manual de Mariología, para los católicos de hoy, p. 34), María ha sido concebida “llena de gracia”, a comparación de cualquier otro mortal “libre del pecado original, desde su concepción”, y por qué no decirlo, María es pureza durante toda su vida; todos estamos llamados a imitarla, a vivir con fidelidad el llamado a ser santos, a optar no por lo cómodo, sino como ella a ser “servidores”, de aquel que nunca nos va a abandonar.

Es preciso reconocer que el mérito de María como “Inmaculada”, es por los méritos de Cristo, quien debía crecer en un cuerpo incorrupto, libre de toda mancha de pecado, he ahí la pregunta: ¿Cómo el hijo de Dios, puede ser concebido en una creatura con el pecado original?, pues en el caso de María, no sucede ello, ya que fue “preservada” – “libre” de toda mancha, de todo pecado, y así se convierte en un sagrario incorrupto, donde sólo Dios ha tenido una digna morada entre las creaturas.

En esta solemnidad de la Inmaculada Concepción, todos los redentoristas en el mundo estamos llamados a dar gracias a Dios, por este don a la Iglesia, de reconocer en María, su misericordia y compasión entre nosotros. San Alfonso hizo voto de defender “la Inmaculada Concepción”, aun cuando este no era dogma declarado por la Iglesia, entre los años 1713, 1725 y 1749, que hasta en su libro Preparación para la muerte la menciona así: “A la inmaculada y siempre Virgen María, a la llena de gracia, a la bendita entre todos los hijos de Adán, a la paloma, a la tortolita, a la amada de Dios…” y escribe a María, un libro singular llamado “Las Glorias de María”. Los redentoristas la tenemos como patrona oficial de la Congregación (EE. 05), e invitados a no dejar de confiar en su Perpetuo Socorro, y que es ella nuestro puente seguro, hacia la felicidad con Dios, a ser fieles a la vocación a la cual nos ha llamado, invitados a ser no solo mensajeros, sino intermediarios de la pequeñez y humildad en este mundo que desea ver testimonio de la fe, por ello, no hay que dejar de orar a la madre de Dios, y pedirle por el aumento de las vocaciones y su perseverancia en nuestra congregación.

P. José Luis Ramírez Díaz, CSsR

Vice Provincia de Perú – Sur

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