Empatía, una actitud ética en tiempos de Covid-19 (Segunda parte)

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A través de esta reflexión, mi objetivo es presentar algunos aspectos psico-éticos y espirituales de la empatía, para reaccionar de una manera serena, responsable, solidaria y con resiliencia en este período de la pandemia de Covid-19.

En la primera parte de este blog, a la luz de la investigación realizada por el psicólogo Martin Hoffman, hemos expuesto cuatro dimensiones psico-éticas de la empatía: cognitiva, afectiva, motivacional y prosocial. Hemos demostrado cómo, en el contexto actual de Covid-19, cada uno de estos componentes puede promover el desarrollo del juicio moral y la conducta ética a nivel personal, interpersonal, social y global.

4. La dimensión espiritual de la empatía.

Sin embargo, además de esta visión psicológica de Hoffman, es necesario agregar una quinta dimensión a la empatía que es de fundamental importancia ética, a saber: la dimensión espiritual. En la tradición cristiana, la empatía es una actitud que favorece la experiencia de la caridad evangélica y el amor al prójimo, como señala acertadamente el teólogo moralista jesuita Charles M. Shelton:

  • la empatía es el fundamento humano del que emerge la conducta moral cristiana;
  • Es el impulso interno de vivir el gran mandato evangélico del amor-caridad;
  • inspiró y marcó la vida, la experiencia y la predicación de Jesús;
  • finalmente, es una dimensión esencial para el correcto funcionamiento de la conciencia moral.

La caridad evangélica empática enseñada por Jesús mismo con su encarnación, con su actitud, sus gestos y sus palabras.

  • De hecho, aun siendo Dios, Cristo aceptó empáticamente casarse con nuestra condición humana para unir los sufrimientos asociados con nuestra fragilidad humana (Filipenses 2,7; Heb 4,15; Heb 5, 2).
  • En los Evangelios, es posible reconocer esta empatía de Jesús, llena de compasión y preocupación por las personas y las multitudes para aliviar su sufrimiento; o en sus enseñanzas: por ejemplo, la parábola del buen samaritano (Lc 10, 25-37), o la del Padre misericordioso (Lc 15, 11-32).

Es por eso que, en medio de esta pandemia de Corvid-19, Jesucristo se nos acerca, está con nosotros. Porque, como el Papa Francisco nos recordó durante su bendición Urbi y Orbi el 27 de marzo en la Plaza de San Pedro, el Señor “nos cuida” […] y “no nos deja a merced de la tormenta”.

Jesús se vuelve empático y compasivo frente a nuestro duelo, nuestras enfermedades, nuestros sufrimientos, nuestras ansiedades, porque con su encarnación vivió nuestra condición humana y sufrió como cada uno de nosotros para traernos la Redención.

5. Conclusión: todos juntos, unidos en empatía

A la luz de estas consideraciones, es posible concluir que en este período de Covid-19, la integración de las dimensiones psicológicas (cognitivas, afectivas, motivacionales, prosociales) y espirituales de la empatía, puede favorecer en cada uno de nosotros un camino de crecimiento gradual en nuestros juicios morales, para internalizar y adoptar comportamientos éticos inspirados en la caridad evangélica y los valores de respeto a la vida y dignidad de las personas, corresponsabilidad, solidaridad, compasión, apoyo y resiliencia para ayudar a detener la propagación de Covid-19.

Es posible que ante este flagelo podamos sentirnos indefensos y vulnerables, como Francisco admite: “Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que los discípulos del Evangelio, una tormenta inesperada y furiosa nos tomó por sorpresa. Nos damos cuenta de que estamos en el mismo barco, todos frágiles y desorientados […] “.

Sin embargo, el Papa continúa abriendo el camino a la empatía como una actitud proactiva fundamental que se adoptará para superar esta calamidad juntos: “[…] pero al mismo tiempo (somos) todos importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitamos consolarnps mutuamente”.

En este sentido, estas palabras del Papa, que nos invitan a llevar a cabo acciones éticas de solidaridad que traen esperanza, golpean:

Nos damos cuenta de que no podemos seguir solos, sino solo juntos. […] “todos somos uno” (Jn 17, 21). ¡Cuántas personas muestran paciencia e infunden esperanza todos los días, teniendo cuidado de no crear pánico sino corresponsabilidad!

Esta prueba también nos permite tomar conciencia de nuestra necesidad de trascendencia espiritual frente a la fragilidad y muerte humanas. En el centro de este sufrimiento, Jesús, cuyas palabras y acciones forman la base de la ética cristiana (cf. VS, 19-20), camina con nosotros, ayudándonos con su esperanza y la fortaleza de su espíritu. Y como el Papa Francisco nos invita a hacer:

Invitamos a Jesús a los botes de nuestra vida. Le confiamos nuestros miedos para que pueda vencerlos. Al igual que los discípulos, experimentaremos que no hay naufragio con él a bordo. Porque aquí está la fuerza de Dios: dirigir todo lo que nos sucede hacia el bien, incluso los momentos tristes. Trae serenidad a nuestras tormentas, porque con Dios la vida nunca muere.

Esta certeza de la presencia empática de Jesús nos permite creer que actualmente estamos viviendo una pasión, esto es claro, pero que nos dará caminos de vida inesperados, caminos de resurrección, caminos de salvación.

Padre Mario Boies, C.Ss.R., M.Ps.

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