Una semana antes de la fiesta de San Gerardo Maiella, más de ochenta Hermanos Redentoristas se reunieron en línea con el Superior General, P. Rogério Gomes, para reflexionar sobre su vocación como signo de esperanza y fraternidad en la Iglesia actual.
El 9 de octubre, en el contexto del Jubileo de la Vida Consagrada, tuvo lugar un encuentro en línea entre el Consejo General de la Congregación del Santísimo Redentor y los Hermanos Redentoristas de todo el mundo. Más de ochenta participantes, procedentes de las cinco Conferencias —Europa, África, Asia-Oceanía, América del Norte y América Latina y el Caribe— compartieron un intenso momento de comunión y reflexión fraterna.
Tras el saludo inicial del Hno. Larry Lujan, Consultor General, y la breve presentación de los participantes, el Superior General, P. Rogério Gomes, dirigió un mensaje de ánimo y gratitud:
«La presencia de cada uno de vosotros es signo del profundo amor por la vida consagrada redentorista y manifiesta el deseo de vivir, con renovado ardor, el don de la propia vocación».
El P. General situó el encuentro en el contexto del Jubileo de la Esperanza y de los 300 años del nacimiento de San Gerardo Maiella, dos acontecimientos que, subrayó, «se iluminan mutuamente, invitándonos a renovar la alegría y la esperanza que nacen de nuestro encuentro con el Redentor y del servicio al Pueblo de Dios».
En su mensaje, el P. Rogério invitó a los participantes a redescubrir la vocación del Hermano Redentorista como signo concreto de esperanza y fraternidad, capaz de hacer visible la ternura de Dios a través de la sencillez, el servicio y la cercanía al pueblo.
«El Hermano —recordó— es testimonio vivo de que la misión no se cumple solo con la palabra, sino también con la vida entregada y la presencia fiel. Ninguna vocación es superior a las demás: todas participan del mismo carisma redentorista».
Diálogo y reflexiones compartidas
Tras el mensaje del P. General, se abrió un espacio de diálogo fraterno, durante el cual varios participantes compartieron experiencias y reflexiones. Surgió el deseo de una nueva mentalidad más abierta y capaz de valorar la presencia y la contribución de los Hermanos en la vida y la misión redentorista.
El Hno. Larry Lujan retomó las palabras del General, recordando que los propios Hermanos están llamados a creer más profundamente en su vocación y a dar testimonio de ella con confianza. Además, invitó a compartir las historias vocacionales, que podrán publicarse en Scala News para inspirar a otros jóvenes y promover una cultura vocacional.
El P. Rogério reiteró que la presencia «silenciosa» de los Hermanos es activa y fecunda, y que su testimonio cotidiano evangeliza a través del servicio concreto. Destacó el papel de los formadores en el discernimiento vocacional y recordó que la vocación del Hermano es amplia y dinámica, abierta a diferentes ámbitos como la educación, el servicio social, la comunicación y la pastoral juvenil.
El P. Nicolas Ayouba recordó que todo consagrado está llamado a vivir con alegría y gratitud su vocación, preguntándose: «¿Soy feliz con mi vocación de Hermano Redentorista?».
Antes de concluir, el Hno. Larry Lujan, también presidente de la Comisión General de Hermanos, animó a todos a participar en los encuentros formativos y a rellenar el formulario online preparado para facilitar la comunicación y la colaboración entre los Hermanos a nivel mundial.
El encuentro concluyó con una oración de acción de gracias y la bendición final del P. General, en un clima de profunda esperanza y comunión fraterna.
Hoy en día hay casi 300 Hermanos Redentoristas en la Congregación, con una presencia especialmente viva en América Latina y África, donde la vocación del Hermano sigue siendo un signo de esperanza y testimonio evangélico.
A continuación publicamos el texto íntegro del mensaje del P. Rogério Gomes a los Hermanos Redentoristas.
MENSAJE A LOS HERMANOS Y A LOS REDENTORISTAS EN FORMACIÓN
Queridos Hermanos y Formandos:
- Con gran alegría saludo a cada uno de ustedes en este encuentro fraterno que reúne a los Hermanos Redentoristas y a los Formandos de las cinco Conferencias de la Congregación. Este encuentro quiere ser expresión de la riqueza y vitalidad de la vocación del Hermano, testimonio de que el carisma redentorista sigue vivo y fecundo en medio de los desafíos de nuestro tiempo. Nos ayuda a recordar que formamos parte de un único cuerpo misionero (cf. Const. 2), llamado a continuar la misión del Redentor con alegría, sencillez y esperanza. Es también una invitación a redescubrir la belleza de nuestra vocación redentorista y a renovar el compromiso de ser, juntos, testigos de la esperanza que brota del amor del Redentor. La presencia de cada uno de ustedes es signo del profundo amor a la vida consagrada redentorista y manifiesta el deseo de vivir, con renovado ardor, el don de la propia vocación.
- Este encuentro tiene lugar en un momento muy significativo para toda la Congregación: vivimos el Jubileo de la Esperanza, un tiempo de gracia que nos invita a mirar el futuro con confianza en el Señor; y, al mismo tiempo, iniciamos el Jubileo por los 300 años del nacimiento de San Gerardo Mayela. Ambos jubileos se iluminan mutuamente, pues nos llaman a renovar la alegría y la esperanza que brotan de nuestro encuentro con el Redentor, de nuestra consagración misionera y del servicio al Pueblo de Dios.
- San Gerardo fue un hombre de esperanza. Aun en medio de las pruebas, las calumnias y las limitaciones humanas, se mantuvo firme en su confianza absoluta en Dios y en la ternura del Redentor. Su vida, sencilla y profundamente arraigada en Cristo, muestra que la esperanza cristiana no es una idea abstracta, sino una actitud concreta de fe y de abandono en las manos del Señor. En todas las circunstancias creyó en el amor providente de Dios, transformando las dificultades en oportunidades para amar más, servir mejor y entregarse totalmente a la voluntad divina. Su vida se convirtió en un testimonio luminoso de que la esperanza nace de la cruz y florece en la fidelidad cotidiana.
- Así, celebrar el Jubileo de los 300 años del nacimiento de San Gerardo, en el marco del Jubileo de la Esperanza, es redescubrir la fuerza de su ejemplo. Él nos recuerda que la esperanza, arraigada en Cristo Redentor, es el motor de nuestra vocación redentorista: la que nos sostiene en la misión y nos impulsa a mirar el futuro con confianza, siendo fermento y testimonio vivo en este mundo (cf. Rm 5,5; Const. 20, 43). Por tanto, queridos Hermanos y Formandos, al celebrar este tiempo jubilar, pidamos la intercesión de San Gerardo Mayela para que nos inspire a vivir nuestra vocación con renovado ardor y esperanza. Que su testimonio continúe iluminando el camino de cada Hermano Redentorista, haciendo de nosotros signos vivos de la esperanza que nace del corazón del Redentor (cf. 1 Pe 3,15).
- Queridos Hermanos y Formandos, atravesamos un tiempo de profundas transformaciones sociales, fruto de un mundo que cambia cada día. También la Congregación vive un tiempo de cambios con el proceso de reestructuración para la misión, siendo llamada a ser “luz del mundo” (cf. Mt 5,14) y a “pasar a la otra orilla” (cf. Mc 4,35), para vivir la esperanza y el discernimiento misionero en medio de estas transformaciones (cf. Communicanda 1/2024; Communicanda 2/2025). Ante este escenario, somos invitados a reflexionar: ¿qué significa ser Hermano Redentorista en este contexto, como misioneros de la esperanza en los pasos del Redentor? (cf. Const. 2; 20).
- Ser Hermano Redentorista hoy, en un mundo de rápidas y profundas transformaciones, es testimoniar que la esperanza sigue teniendo un rostro humano. En tiempos marcados por los cambios culturales, las crisis de sentido, las desigualdades y las nuevas formas de pobreza, el Hermano, junto con los cohermanos ordenados, está llamado a ser presencia profética y fraterna, signo de la ternura de Dios y expresión concreta del amor redentor que se hace servicio, acogida y solidaridad. Pienso que San Gerardo, en su tiempo, encarnó de manera ejemplar esta realidad, haciendo de su vida un testimonio vivo del amor del Redentor presente en medio del pueblo.
- La vocación del Hermano Redentorista recuerda a toda la Congregación que la misión no se realiza solo con la palabra, sino también con la vida entregada, el trabajo silencioso, la cercanía y la presencia fiel en medio del pueblo. En el corazón de la comunidad apostólica, el Hermano es testimonio vivo de que la vida común es, en sí misma, un lugar de evangelización. En el mundo, es signo de que el Evangelio puede vivirse en la sencillez, el servicio y la alegría, revelando el rostro tierno y solidario del Redentor. Se trata de ser una presencia memorial de la consagración tanto ad intra como ad extra.
- Ser Hermano Redentorista en un mundo en constante cambio significa caminar con esperanza, confiando en que el Espíritu Santo continúa renovando todas las cosas (cf. Ap 21,5). Es mantenerse firme en la fe, incluso cuando todo parece incierto (cf. Hb 10,23); creer en la fuerza del bien, aun cuando prevalecen el miedo y la indiferencia hacia el otro; construir comunión en un tiempo de fragmentación e individualismo (cf. Const. 21).
- Siguiendo los pasos del Redentor y como misionero de la esperanza, el Hermano anuncia ad intra y ad extra, con su propia vida, que Dios está presente en la historia del mundo y del ser humano, y que la redención es posible aquí y ahora. Con su testimonio discreto, fiel y alegre, ustedes continúan proclamando el mensaje de San Gerardo Mayela: “Hacer la voluntad de Dios es el mayor tesoro.” En este sentido, ser Hermano Redentorista hoy es mantener encendida la llama de la esperanza (cf. Rm 12,12), haciéndose compañero de camino de los pobres y abandonados (cf. Const. 4) y colaborador del Redentor en la construcción de un mundo más humano, fraterno y lleno de vida nueva.
- Como ya he dicho en otras ocasiones, en la Congregación hay espacio para todos los que desean ser Hermanos. Existen tres criterios fundamentales para el discernimiento vocacional: la vocación propiamente dicha, la vida espiritual, el equilibrio y la madurez psicológica, y la salud. Las (Vice)Provincias deben ser creativas en la formación de estos candidatos, ofreciendo itinerarios que favorezcan su crecimiento humano, espiritual y pastoral. Hay lugar para el Hermano que desea trabajar en la huerta, en la sacristía, en la universidad o en cualquier otro campo de misión. Ninguna vocación es mayor que otra: cada vocación debe vivirse dentro del proyecto redentorista, poniendo los dones personales al servicio de la misión. Es esencial que los Formandos, especialmente los Hermanos juniores, participen plenamente en las actividades junto con los juniores clérigos, de modo que la formación sea verdaderamente comunitaria e integrada.
- En las últimas décadas, se ha observado una disminución significativa en el número de Hermanos Redentoristas en casi todas las Conferencias. En muchos lugares, el modelo de vocación religiosa se ha clericalizado, y las nuevas generaciones tienden a identificar la misión redentorista casi exclusivamente con el ministerio sacerdotal, lo cual constituye un gran empobrecimiento. Además, la cultura actual, marcada por el individualismo y la búsqueda de la realización inmediata, dificulta el florecimiento de vocaciones que nacen del servicio silencioso, la fraternidad y la entrega cotidiana. Sin embargo, la reducción numérica no significa pérdida de sentido; al contrario, nos invita a repensar cómo presentamos, acompañamos y valoramos la vocación del Hermano dentro de la Congregación. Allí donde los Hermanos están bien integrados y tienen un espacio real de corresponsabilidad, siguen siendo signo de esperanza y atraen nuevas vocaciones.
- El Hermano Redentorista es memoria viva de que la misión nace de la consagración y no solamente del ministerio ordenado. Recuerda a todos que la redención se anuncia tanto con la palabra como con el testimonio silencioso y transformador del amor vivido en lo cotidiano. En la comunidad, testimonia la igualdad fundamental de todos los consagrados (cf. Const. 55), expresa el rostro fraterno, sencillo, acogedor y misionero de la Congregación, y encarna al Redentor que se hace servidor, artesano de comunión y solidaridad con los más pobres. Por ello, la vocación del Hermano no ocupa un lugar periférico, sino esencial, para garantizar el equilibrio y la integridad del carisma redentorista, mostrando a la Iglesia y al mundo que la fuerza de la misión nace de la comunión, del servicio y del amor vivido en fraternidad.
- Podemos tener esperanza de que sigan existiendo Hermanos Redentoristas en las próximas décadas, siempre que la Congregación se comprometa a reafirmar teológicamente la identidad y la misión del Hermano a partir de las Constituciones, en la formación y en los planes apostólicos de las Conferencias, en los programas de formación y en la pastoral vocacional, reconociendo su importancia en el corazón del carisma redentorista. Es fundamental valorar y dar visibilidad al testimonio de los Hermanos en las comunidades, en las publicaciones, en las redes sociales y en las iniciativas pastorales, promoviendo itinerarios formativos específicos que integren fe, vida fraterna, trabajo, misión y espiritualidad. Además, es necesario presentar esta vocación de manera atractiva a las nuevas generaciones, mostrando que seguir a Cristo Redentor como Hermano es un camino de plenitud, servicio y alegría evangélica. Finalmente, garantizar espacios reales de liderazgo y corresponsabilidad permitirá que los Hermanos ejerzan plenamente sus dones, contribuyendo a una Congregación más sinodal, fraterna y fiel al Evangelio del Redentor.
- El futuro de los Hermanos en la Congregación dependerá menos de los números y más de la fidelidad al carisma redentorista. Si somos capaces de cultivar comunidades donde cada vocación sea reconocida, acogida e integrada plenamente, el Espíritu seguirá suscitando Hermanos, tal vez pocos en número, pero profundos en calidad y testimonio evangélico. No es la cantidad de obreros, sino su santidad y su celo lo que hace florecer la obra de Dios. Así, la esperanza permanece viva, no por una lógica de supervivencia institucional, sino porque la vocación del Hermano Redentorista es y seguirá siendo una expresión concreta y permanente de la ternura del Redentor en medio de la humanidad, signo humilde y fecundo de un amor que se hace servicio y fraternidad.
- Durante este sexenio hemos insistido en toda la Congregación sobre el significado profundo de ser un cuerpo misionero. “Caminar juntos” como forma de vivir la comunión en clave sinodal. Se trata de un camino espiritual y pastoral que invita a toda la Congregación a volver a sus orígenes y renovar su comprensión de la fraternidad apostólica. Esta dinámica sinodal nos lleva a redescubrir la fraternidad como el primer y más elocuente signo de la misión (cf. Const. 21-23). En ella, todos somos discípulos misioneros, diversos en los ministerios, pero iguales en dignidad y corresponsabilidad. Así, el redescubrimiento de la sinodalidad se convierte en un llamado a la conversión del corazón y a la renovación de nuestro modo de vivir y servir como comunidad apostólica redentorista.
- El futuro de los Hermanos Redentoristas está estrechamente ligado a la capacidad de creatividad pastoral y a la apertura a las nuevas fronteras de la misión. Nuevos ámbitos de presencia misionera pueden florecer, como la evangelización digital, la comunicación institucional, el acompañamiento de comunidades y jóvenes, la animación de los laicos asociados, las misiones sociales y ecológicas inspiradas en Laudato Si’, y el compromiso con la gestión solidaria y la economía del bien común, en sintonía con Fratelli Tutti. También se abren nuevos campos de acción, como la formación intercultural, la mediación comunitaria, la conducción de retiros espirituales, el servicio social y otras formas de presencia evangelizadora. En estos frentes, los Hermanos pueden vivir, con nuevo ardor misionero, su vocación de testigos de la ternura y la cercanía del Redentor.
- El Gobierno General ha promovido con empeño la animación vocacional de los Hermanos, pero esto representa solo una parte del proceso. El Gobierno General no puede hacerlo todo, ni sustituir la responsabilidad de los Superiores Mayores y de los propios Hermanos. Ellos también están llamados a crear y fomentar espacios de escucha, diálogo y encuentro entre sí, en las diferentes Conferencias, mediante encuentros en línea, asambleas y grupos temáticos. Es igualmente fundamental incluir reflexiones sobre el papel de los Hermanos en los encuentros de formadores y superiores, promoviendo una mayor valoración espiritual y pastoral de esta vocación, que es testimonio de comunión, servicio y fraternidad en el corazón de la Congregación.
- Considerando la realidad actual, con sus rápidas transformaciones y los desafíos específicos que rodean la vocación de los Hermanos, la Congregación está llamada a mantener una mente abierta y un discernimiento creativo, favoreciendo el diálogo, la escucha y la revisión de las estructuras formativas y comunitarias. Es indispensable superar prejuicios e integrar plenamente a los Hermanos en los procesos decisorios y misioneros, ofreciéndoles una formación adecuada, un acompañamiento fraterno y una mayor visibilidad. Solo así podremos vivir en plenitud la vocación redentorista como fraternidad misionera en salida, donde cada don sea reconocido, amado y puesto al servicio de la Abundante Redención.
- Que nuestra Madre del Perpetuo Socorro, con la intercesión de San Alfonso, San Gerardo y de todos los Santos, Beatos y Mártires Redentoristas, sostenga e inspire a la Congregación, para que cada cohermano viva con fidelidad, alegría y esperanza la vida consagrada, siendo misionero de la esperanza tras las huellas del Redentor.
Fraternalmente,
P. Rogério Gomes, C.Ss.R.
Superior General
Roma, 09 de octubre de 2025
Original: español












