Confinamiento

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Hoy, el 23 de mayo de 2020, durante algunas semanas o incluso meses, hemos estado viviendo en un confinamiento que nunca antes habíamos experimentado a nivel mundial. Algunos países ya ensayan una “fase 2”; algunas personas experimentan la situación como peor que la de la década de 1940. “Libertad” adquiere un nuevo significado en el 75° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, y existe una gran incertidumbre sobre el futuro en todas partes.

“En 1812, cerca de quinientas personas afectadas de la lepra fueron recluidas en Voorzorg, y en 1850 Batavia tenía 498 residentes. Surinam tenía alrededor de 50,000 habitantes en la primera mitad del siglo XIX, por lo que alrededor del uno por ciento de la población vivía recluida en una colonia de leprosos. El historiador holandés Stephen Snelders llama a esto “la gran reclusión”. Ve una semejanza de la segregación masiva de enfermos mentales y mendigos, personas sin hogar y otras personas socialmente privadas descritas por el historiador / filósofo francés Michel Foucault en París en el siglo XVII, conocido como “le grand renfermement” (“la gran reclusión”). El estado “(todo)poderoso” señala, que cierta parte de la población es un peligro para el resto de la población, y decide excluir a este grupo de la sociedad por segregación en una o varias instalaciones. En la Edad Media esto grupo eran los leprosos en Europa. En Francia, en el siglo XVII, eran los enfermos mentales y otros marginados de la sociedad, la “clase social baja”. Y en la colonia holandesa de Surinam, desde el siglo XVIII fueron nuevamente los enfermos de lepra que fueron encerrados en nombre de los que estaban en el poder. […] En 1972, la última leprosería surinamés cerró sus puertas”. (H. Menke e.a. De tenen van de leguaan. Verhalen uit de wereld van Surinaamse leprapatiënten, Volendam 2019, pp. 30-31).

En los últimos meses, casi todos de nosotros, enfermos del virus, supuestamente enfermos del virus, sanos, experimentamos un confinamiento a menudo impuesto por el Estado, un confinamiento más o menos rígido, de larga o de mas breve duración, casi en soledad o más o menos en compañía, pero en cualquier caso ha sido o será una reclusión temporal. Para los leprosos en Surinam, el aislamiento significó hasta 1946: estar recluido hasta la muerte, porque no había recuperación para aquellos que realmente padecían lepra. No tenían ninguna esperanza de poder volver a la “normalidad” de ningún tipo. La reclusión de los leprosos no fue solo una deportación forzada. También tuvo consecuencias aún más graves: era una separación de la familia, una dieta pobre: ​​el que ya no podía cultivar su propia comida dependía de lo que las autoridades le daban, y a veces tenía que luchar para obtener una parte de esto porque no había suficiente para todos.

Cuidar de los leprosos no fue visto como un deber, sino considerado como un castigo.

El beato Pedro Donders compartió voluntariamente la vida de los leprosos durante 27 años, sin estar infectado, al menos durante un examen paleopatológico y basado en la aSND, terminado en 2017, no se detectó ninguna infección (https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1879981719300014, para obtener más información sobre el contexto del estudio, consulte el susodicho libro).

He tenido que pensar mucho en esto en las últimas semanas. Pedro Donders no quería volver a la “normalidad”. Y nuestra “normalidad” será por mucho tiempo una normalidad distinta a la normalidad de antes de 2020. Además de la economía, la libertad personal, el espacio, el uso del espacio, pero también la cercanía y la ternura deben ser repensadas. Anhelar la normalidad del pasado será una utopía, y probablemente tampoco sea deseable.

Monseñor Karel Choennie, obispo de Paramaribo, tomó el dibujo anexo como punto de partida para su sermón del Viernes Santo, titulado “La Cruz COVID-19”, (https://omhoog.org/2020/04/10/het-covid-19-kruis/).

Hoy, el aniversario de la beatificación de Petrus Donders, podemos tener en cuenta que el confinamiento impuesto es temporal, tenemos futuro, la mayoría de los infectados se recuperarán, a pesar de la falta de medicamentos, pero a menudo gracias al esfuerzo del personal médico.

¡Que el ejemplo del Beato Pedro Donders nos inspire que no solo esperamos en un futuro mejor, sino que mientras tanto ejercitamos en la moderación, en limitarnos, refrenarnos un poco, voluntariamente, cuando sea necesario y deseable, y eso si lo hacemos cuando se nos permita salir de nuestra habitación nuevamente, realmente habremos repensado y habremos cambiado, para el bien de la salud sea de los demás sea de la nuestra, para evitar una segunda ola de la pandemia, para un futuro nuevo, más equitativo y más sostenible!

Para un artículo conmovedor sobre Pedro Donders ver https://stclemens.org/docs/A macule on the back.pdf (inglés) o https://stclemens.org/docs/Ein Fleck auf dem Rücken.pdf (alemán)

Claudia Peters, vice-postuladora Causae Petri Donders C.Ss.R., vicepostulator@peerkedonders.nl

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