La puerta en la Biblia: significado cristológico, soteriológico y eclesiológico de la metáfora

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(del Blog de la Academia Alfonsiana)
(Continúa la serie sobre las palabras clave del Jubileo 2025, concebida de forma dialógica: profesor – alumno)

Entre las palabras del Jubileo, “puerta” -con su sobrenombre de “santa”- ocupa un lugar destacado por su amplio significado simbólico y teológico. Para describir las “puertas”, las Escrituras utilizan varios términos. Los más significativos, porque aparecen con mayor frecuencia en las páginas de la Biblia hebrea, son los tres siguientes: שַַׁער (shaar), פַתח (ֶּpetah) y דֶלתֶּ (eliminar). El primero define las puertas: del campamento, del templo (también de su patio) y de la ciudad (más a menudo), pero también la conexión, por ejemplo, con la ciudad, el espacio entre la puerta interior y exterior, la puerta como lugar, las puertas de Jerusalén. En sentido figurado שַַׁער (shaar) aparece en las frases: “la puerta del cielo” (Génesis 28,17), “la puerta del Seol” (Is. 38,10), “la puerta de la muerte” (Job 38,17; Sal. 9,14), “la puerta de la justicia” (Sal 118,19). El término פַתח (ֶּpetah) se traduce como apertura, entrada (a la tienda; a la casa, al templo y a su atrio y a la ciudad), paso, puerta, pero también la puerta misma, la puerta. Metafóricamente se usa en la frase “puerta de esperanza” en Os 2,177. El tercer término hebreo דֶלתֶּ (eliminar) significa puerta, puerta, pero también puerta de una casa, de una ciudad o de un templo. Además del sentido literal, se usa en sentido figurado, por ejemplo en Sal 78,23 e indica “la puerta del cielo”. Para decir poéticamente que el maná viene de Dios se utilizaba esta expresión: «abrió las puertas del cielo; Les hizo llover maná para comer”.

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La metáfora de la puerta caracteriza la historia de la salvación encerrada entre una puerta que se cierra (Génesis) y doce puertas que, al final de la historia, se abren (Apocalipsis). Dios, a causa del pecado de los primeros padres (Gen. 3,23-24), cierra la puerta del Edén. Una vez cerrada la puerta del paraíso, el hombre ya no se comunicará familiarmente con Dios. Será el culto el que establezca una relación entre los dos mundos, el divino y el humano.

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Tenemos que decir que Jesús no sólo se define como la única puerta para acceder a la redención, sino que también establece los requisitos para la entrada al reino cuyas llaves entregó a Pedro (Mt 16,19). La entrada a la salvación presentada como una ciudad o un salón de banquetes es una puerta estrecha (stenē), es decir, conversión (Mt 7,13s; Lc 13,24), fe (Hch 14,27; Ef 3,12). El que no esté en guardia encontrará la puerta cerrada (Mt 25,10; Lucas 13,25). En Lucas 13,25 el Señor, después de haber cerrado la puerta, responderá: “No sé de dónde sois”. Así también en Mt 25,10 a las vírgenes insensatas, que llaman a la puerta cerrada: “No os conozco”. El significado es escatológico: negativa a participar de la salvación eterna.

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Artículo del Prof. Krzysztof Bieliński CSsR

(se puede leer el artículo completo en italiano en el Blog de la Academia)