5 de octubre: Memoria del beato Francisco Javier Seelos

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El 5 de octubre, la Familia Redentorista conmemora al Beato Francisco Javier Seelos, C.Ss.R., un humilde sacerdote misionero redentorista, recordado por su espíritu alegre, su incansable cuidado pastoral y su profundo amor por los pobres y los enfermos. Para la Familia Redentorista, su memoria es un día de gratitud e inspiración, recordando cómo su celo misionero encarnó plenamente el carisma de San Alfonso María de Ligorio.

Francisco Javier Seelos nació el 11 de enero de 1819 en Füssen, Baviera, Alemania. Atraído por el espíritu misionero de los Redentoristas, ingresó en la Congregación y fue ordenado sacerdote en 1844. Tan solo unas semanas después, zarpó hacia Estados Unidos, dejando su tierra natal para servir a la creciente población católica inmigrante.

Trabajó en estrecha colaboración con San Juan Neumann, sirviendo primero como vicario y luego como maestro de novicios en Baltimore. Conocido por su calidez y amabilidad, Seelos se convirtió en un confesor de confianza y guía espiritual. Su vida, aunque breve —murió a los 48 años de fiebre amarilla en Nueva Orleans en 1867— se caracterizó por la santidad y el servicio desinteresado.

El beato Seelos se distinguió por su cuidado pastoral: visitaba incansablemente a familias, educaba a niños y predicaba misiones parroquiales que atraían multitudes gracias a su claridad y bondad. También se dedicó con gran dedicación a la formación de sacerdotes. Como maestro de novicios, guió a los jóvenes Redentoristas con paciencia y sabiduría, formándolos en la oración, la humildad y el celo por las almas. Finalmente, se distinguió por su celo en el ministerio a los enfermos: en Pittsburgh y Nueva Orleans, se ganó una profunda reputación por su compasión por los enfermos y moribundos, especialmente durante las epidemias.

Su reputación de santidad no se forjó con gestos espectaculares, sino con su fidelidad diaria y su trato amable con todos.

Una de las contribuciones más significativas de Seelos fue su misión con los inmigrantes en Estados Unidos. Hablando tanto alemán como inglés, se dedicó especialmente a los católicos de habla alemana, que a menudo se sentían aislados en su nueva patria. Conectó culturas, defendió la dignidad de los recién llegados e hizo de la Iglesia un lugar de acogida y esperanza.

Aún hoy, el beato Francisco Javier Seelos es recordado como un “asceta alegre”, un hombre alegre que mostró la misericordia de Cristo a todos. Su santuario en Nueva Orleans sigue siendo un lugar de peregrinación y sanación.


Dios, que dotaste al beato Francisco Javier Seelos
de singular caridad y lo enviaste a proclamar
el misterio de la redención y a consolar a los afligidos,
concédenos, por su intercesión,
trabajar con celo por tu gloria y por la salvación de la humanidad.
Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que es Dios,
que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.

(Oración colecta del Misal Redentorista)