La Corresponsabilidad de los Cohermanos en la Designación de los Superiores

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Communicanda – 1985-1991

 

COMMUNICANDA 9

Roma, 1 de octubre de 1986
Gen. 327/86

Queridos cohermanos,

El año 1987 es año de elecciones de Superiores en toda la Congregación. Durante este año serán elegidos los Superiores Mayores, los Superiores locales, Formadores y tantos otros cohermanos (secretariados, etc.), que en el próximo trienio realizarán un servicio de dirección y de animación en nuestras (Vice) Provincias, Regiones y comunidades.

Somos conscientes de que la elección de Superiores es un tiempo fuerte para que cada cohermano ponga en práctica su corresponsabilidad personal (cfr. Const. 92). Por eso el Consejo General aprovecha esta ocasión para comunicaros lo que esperamos de todo Superior Redentorista en el momento actual de la Congregación y de la Iglesia. Nuestras reflexiones quieren poner de relieve el ideal de las Constituciones sobre la misión del Superior y sobre su estilo de dirigir y de animar la comunidad (Vice) provincial, regional y local.

1.LA MISIÓN DEL SUPERIOR

Hablando del Superior (Vice) Provincial la Const. 126 dice:

“Ejerza su cargo el Superior Provincial como pastor, animador y coordinador de todas las comunidades y congregados de su Provincia, póngase a su servicio con toda dedicación y úrjales a la vez, para que vivan dignamente la vocación a la que han sido llamados y para que asuman y lleven adelante animosamente las tareas apostólicas”.

Sobre el Superior local dice la Const. 139:

“El Superior de la comunidad compórtese primeramente como pastor espiritual y después como rector y administrador. Incumbencia suya es ante todo ponerse al servicio de la comunidad, para que ésta se configure y crezca en Cristo y para que, en conjunción de esfuerzos, todos se entreguen a la obra de la evangelización. Por razón de su cargo siéntase también corresponsable del bien de toda la Provincia”.

Algunas expresiones de estas dos constituciones ayudan a comprender la misión del Superior actual:

  1. El servicio de animación,
  2. Pastor espiritual de la comunidad,
  3. Entrega a nuestra obra de evangelización.

1.1     EL SERVICIO DE ANIMACIÓN

Ser Superior es solamente un servicio entre tantos otros servicios necesarios en la vida de cada (Vice) Provincia o comunidad. Y en la comunidad cristiana todo servicio debe inspirarse en la persona de Cristo que “no vino para ser servido sino para servir”.

El primer servicio del Superior consiste en buscar y discernir, juntamente con sus cohermanos, cuál es la voluntad de Dios en relación a los miembros de la comunidad (cfr. Const, 73).

Este servicio se puede llamar “animación”, “dirección”, “autoridad”. Lo importante es que el servicio se inspire siempre en Cristo y manifieste el amor con que Dios nos ama (cfr. Const. 72). La condición más importante para ser un buen “servidor” es amar a los cohermanos, acogiendo a cada uno como es y amándole como Dios le ama. Este amor de Dios tiene sus consecuencias y manifestaciones en la vida de cada día.

El contenido del servicio del Superior es muy amplio y abarca todas las dimensiones y exigencias de nuestra vida redentorista en su aspecto humano, social, espiritual, religioso y apostólico.

Ser Superior no es dominar, ni imponerse, sino servir, guiar, orientar, invitar, incitar, estimular, animar, confirmar (cfr. Guía Pastoral para los Superiores, no. 11). El Superior sirve a la comunidad, haciendo que ella sea y quiera ser una “realidad en continuo progreso de renovación interior” (cfr. Const. 40).

1.2     PASTOR ESPIRITUAL DE LA COMUNIDAD

Pastor es aquél que ayuda a la comunidad cristiana a ser cada vez más Iglesia, es decir, más comunidad en Cristo, Este es también el punto central y el porqué de todo superiorato en la Congregación: que nuestras comunidades crezcan en Cristo y que sean de hecho una célula viva de la Iglesia (cfr. Guía Pastoral, no. 8ss). La misión del “pastor espiritual” es más necesaria actualmente, sobre todo en un mundo secularizado que tiene también sus efectos en nuestra vida religiosa. El activismo es una característica de nuestro tiempo y lleva algunas veces a situaciones de frustración, de desánimo, de pesimismo en relación al futuro, de falta de reflexión para planificar nuestra vida y nuestro quehacer como respuesta auténtica a lo que la Iglesia y el mundo necesitan hoy de nosotros.

 – Pastor espiritual es aquél que trata de crear siempre más fuerte en su comunidad la unidad de nuestra vida apostólica, suprimiendo todo dualismo entre nuestro ser y nuestras actividades.

 – El Pastor espiritual se esfuerza por transformar su comunidad en una verdadera “fraternidad”, donde cada cohermano pueda crecer en su madurez humana, cristiana y religiosa y en la donación total de su vida a Cristo y a los hermanos: llegar a formar una “comunión fraterna”, en el mutuo respeto y acogida, a pesar de las diferencias naturales de temperamentos, Ideologías y edades; y poner nuestro ser personal al servicio del crecimiento comunitario, superando pasividades o desilusiones del pasado (cfr. Const. 36).

 – El Pastor Espiritual vive inquieto por ayudar a su comunidad en su camino de fe y de oración. La comunidad primitiva “perseveraba en la oración con un mismo espíritu, junto a María, la Madre de Jesús (Hechos 1,14; cfr. Const. 26), La oración personal y comunitaria es expresión de nuestra fe comunitaria y exigencia ineludible de nuestra vida apostó

Nuestra comunidad de fe se construye sobre todo en la Eucaristía “que es cumbre y fuente de toda nuestra vida apostólica” (cfr. Const. 29). El Superior cuidará de que la comunidad celebra regularmente la Eucaristía de forma comunitaria.

La oración de la comunidad ha de ser viva y comprometida. El Superior proponga y suscite iniciativas de oración, que ayuden a vivir la alegría del encuentro con Dios la esperanza vigilante y nuestro compromiso con el mundo, sobre todo con los más pobres y pequeños de este mundo.

El Superior ha de interesarse para que cada congregado encuentre en la organización de su vida el tiempo necesario para la oración personal: “Además de la celebración litúrgica, es decir, la Eucaristía y la Liturgia de las Horas, los Congregados tienen el derecho y la obligación de consagrar a la oración al menos una hora cada día. Esta oración puede hacerse en privado o en común” (cfr. Const. 30),

El Superior, como Pastor espiritual, debe ser ante todo un hombre de oración y de contacto permanente con Dios, que sabe crear entorno a sí un clima sereno de oración y que con su vida y su palabra fraterna sabe animar a los cohermanos a ser fieles a los encuentros de oración que la comunidad ha establecido.

 – El Superior se preocupa también de que la comunidad conozca, estudie y viva nuestras Constituciones, que son un camino de conversión personal y comunitaria y que definen nuestra participación en el misterio de Cristo, Redentor del hombre. Cada (Vice) Provincia y cada comunidad ha de organizar reuniones de estudio sobre las Constituciones y momentos de oración inspirados en ellas.

 – El Superior, Pastor de la comunidad, se preocupa de la formación permanente de los cohermanos (cfr. Const. 82, y Const. 90), Esta formación permanente abarca diferentes aspectos: renovación humana y espiritual, renovación teológica y pastoral, etc. El Superior ha de organizan en su Provincia o en su comunidad reuniones de estudio, de reflexión teológica, estudio comunitario de los documentos más importantes del Consejo Provincial, del Consejo General y de la Iglesia.

 – El Pastor espiritual de la comunidad es un hombre de “esperanza alegre” (cfr. Const. 20), que sabe dar esperanza sobre todo en los momentos duros y a los cohermanos que viven en situaciones difí La esperanza va unida al compromiso; porque Cristo está comprometido con nosotros y porque nosotros nos comprometemos con El y con los hermanos, tenemos derecho a vivir la esperanza.

1.3     ENTREGA A-NUESTRA OBRA DE EVANGELIZACION

Las Constituciones, tomadas en conjunto, nos ayudan a definir nuestro carisma en la iglesia y nuestra tarea misionera.

 – El Superior ante todo debe conocer bien y defender siempre nuestra misión apostólica como Redentoristas, llamados a “seguir el ejemplo de Jesucristo Salvador en la predicación de la Divina Palabra a los pobres…” (cfr. Const. 1). Así es como la Congregación participa de la misión de la Iglesia.

 – El superior es responsable de la renovación del Instituto, que es un proceso continuo. Y en este proceso pueden darse situaciones que no van de acuerdo con nuestro ser redentorista; situaciones que pueden surgir de cambios no justos y también a causa de la pasividad y del inmovilismo que rechaza el cambio.

 – La Congregación está viviendo un momento de revisión en relación a las prioridades pastorales. EL TEMA MAYOR de este sexenio quiere ser una continuación del proceso comenzado después del Capítulo General del año 1979; “El capítulo General de 1985 quiere continuar el tema de las prioridades pastorales, decidido por el Capítulo de 1979. Ahora queremos acentuar el anuncio explícito, profético y liberador del Evangelio a los pobres, dejándonos interpelar por ellos (Evangelizare pauperibus et a pauperibus evangelizari) según el carisma de nuestra Congregación, descrito en las Constituciones 1, 3, 4, 5 y en los Estatutos 09 y 021″. En este tema hay algunos elementos nuevos que deben ser objeto de reflexión, de oración y de decisión en cada (Vice) Provincia y comunidad: la predicación profética y liberadora, los pobres y “dejándonos interpelar por ellos”. En este proceso de revisión los Superiores están llamados a impulsar la Provincia y las comunidades al diálogo, a la reflexión comunitaria y a la decisión para que, al final del proceso, podamos decir que nuestra vida ha cambiado y que somos más fieles a nuestro carisma que antes. Este proceso no se refiere solamente a nuestras actividades, sino también a nuestra vida de comunidad redentorista. No podemos crear un dualismo entre lo que hacemos y lo que somos: “Los cohermanos encontrarán la manera de aplicar este tema del Capitulo, dentro de su propia comunidad…”; “se pide a todos los cohermanos un estilo de vida coherente con nuestro común compromiso con los pobres” (Documento Final, nn. 10 y 11; cfr. nn. 3, 6, 10, 12, 13).

 – El Superior actual debe ser muy sensible a los signos de los tiempos, que son manifestaciones de la acción del Espíritu en la historia del mundo y que debemos saber distinguir de aquellos signos que son manifestación del pecado del hombre. El conocimiento de las realidades que nos rodean y el discernimiento comunitario a la luz de la fe y de la Palabra de Dios, son imprescindibles para poder entender los signos del tiempo actual.

 – El Superior insiste en el aspecto comunitario de nuestra acción misionera: vivir en comunidad y realizar la obra apostólica a través de la comunidad, es ley esencial de la vida de los congregados (cfr. Const. 21),

 – En el documento final del XX Capítulo General aparecen subrayadas dos preocupaciones pastorales de la Congregación, en las cuales Superiores y cohermanos deben poner un acento especial durante estos años: la cooperación de los seglares en el apostolado y la pastoral vocacional dentro de una buena pastoral juvenil (cfr. DF, nn. 09 y 22-27). El Consejo General espera decisiones concretas y una planificación adecuada para los próximos añ

2.ESTILO EN LA DIRECIÓN Y ANIMACIÓN DE LA COMUNIDAD

El las Constituciones encontramos algunos principios generales que deben animar el régimen de la comunidad, confiriendo un calor humano y apostólico a la forma de gobierno. Estos principios son:

 – la corresponsabilidad de todos los cohermanos y comunidades (cfr. Const. 92);

 – la descentralización y la comunión (cfr. Const. 93);

 – La subsidiariedad que contribuye a promover la responsabilidad personal y comunitaria (cfr. Const. 94).

 – la solidaridad en vistas a una auténtica cooperación (cfr. Const. 95);

 – la adaptación de las estructuras a las diversas necesidades apostólicas (cfr. Const. 96).

De estos principios se deriva un conjunto de condiciones que forman parte de la manera de animar hoy la vida de la propia (Vice) Provincia o comunidad. Para dirigir su comunidad según este estilo, el Superior:

 – fomenta el desarrollo de la personalidad de cada congregado, favoreciendo todo aquello que significa responsabilidad personal y corresponsabilidad comunitaria.

 – debe conocer bien a cada cohermano con sus posibilidades y no posibilidades para saber pedir a cada uno lo que es posible realisticamente (cfr. Est. 049).

 – crea un clima en el cual las relaciones interpersonales sean verdaderas y profundas;

 -favorece la unión entre los congregados, en el respeto al legitimo pluralismo;

 – da gran importancia al diálogo fraterno, creando el espacio donde cada uno pueda expresarse libremente. Diálogo con individuos y con grupos. Un diálogo que nunca debe cortarse, aunque las diferencias sean grandes. Y un diálogo que debe llevar a decisiones concretas. El diálogo que nunca termina en decisiones, es frustrante para los cohermanos.

 – el Superior debe también tomar decisiones en el momento oportuno. Gana la confianza de los cohermanos si permanece siempre abierto a sus indicaciones y sugerencias y después sabe decidir por sí

 – el Superior exige una obediencia activa y responsable y fidelidad a las decisiones tomadas. (Cfr. Const. 75).

 – el Superior “debe tutelar los derechos de los congregados confiados a su autoridad y cuidado. A la vez amoneste también a los cohermanos con toda caridad, prudencia y fortaleza sobre sus defectos, especialmente si causan daño o malestar a la comunidad y perjudican su actividad apostólica” (Est. 094).

 – el Superior Provincial visita frecuentemente las comunidades, compartiendo la vida de los congregados. Esto le ayuda a conocer su (Vice) Provincia y a fomentar el diálogo continuo con los cohermanos (cfr. Est. 0155).

 – fieles al principio de solidaridad, los Superiores se sienten responsables de toda la Congregación, fomentando una buena cooperación sea con el Consejo General, sea entre las comunidades de la misma Provincia, sea con otras Provincias del Instituto. La Congregación es un “cuerpo misionero” (Cfr. Const. 2), que necesita mucha disponibilidad y colaboración a nivel general, interprovincial y provincial para crecer en sus compromisos apostólicos y poder extender su presencia a otros países, donde la pobreza y el abandono espiritual están reclamando urgentemente nuestro ministerio.

Como conclusión queremos insistir en el espíritu de “colegialidad” que debe animar siempre la actuación y las decisiones de todo Superior. El espíritu de colegialidad está muy fuertemente subrayado en nuestras Constituciones y es más amplio que la obligación de consultar a la comunidad o a los consejeros en los casos prescritos. Colegialidad significa buena colaboración, espíritu fraterno en la preparación de las decisiones, estima, confianza, comunicación a los miembros de la comunidad. La confianza recíproca es la fuente del bienestar comunitario, de la intimidad familiar y de las nuevas iniciativas apostólicas. El espíritu de colegialidad, fondado en esta confianza mutua, es garantía de esa armonía, que es indispensable en la vida comunitaria de cada día.

Estas son algunas reflexiones del Consejo general, que os ofrecemos a todos y especialmente a los nuevos Superiores del próximo trienio, con el fin de que este servicio de animación y dirección sea eficaz para la conversión continua y el crecimiento de nuestra Congregación.

Estas reflexiones deben inspirar las votaciones y elecciones que se hagan en las (Vice) Provincias y comunidades, con el fin de que sean elegidos aquellos cohermanos, que puedan ser auténticos animadores de la vida de la Congregación en nuestro mundo.

En nombre del Consejo General,
os saludo fraternamente en Cristo Redentor.

Juan M. Lasso de la Vega, C.Ss.R.
Superior General

El texto oficial de esta Communicanda 9 es el texto español.

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