Mensaje de Pascua del Superior General

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Testigos del Redentor

Solidarios para la misión en un mundo herido

“Por esta total entrega a la misión de Jesucristo, los congregados comparten la abnegación de la cruz del Señor, la libertad virginal de su corazón, su profunda disponibilidad para dar vida al mundo. Por consiguiente, al anunciar la vida nueva y eterna han de ser ante los hombres signos y testigos de la fuerza de la resurrección de Cristo”.
(Const. n.51)

Estimados hermanos, hermanas, Compañeros en la Misión, asociados y amigos:

Al celebrar los grandes misterios de nuestra redención durante la Semana Santa y la Pascua, es para mi una gran alegría poderlos saludar y ofrecer estas breves reflexiones. El n. 51 de nuestra Constitución nos muestra el corazón de nuestra vocación misionera – estamos llamados a participar plenamente y de todo corazón al misterio pascual de Jesús, nuestro Redentor, con el fin de llegar a ser signos vivos y testigos proféticos de la fuerza de la resurrección!

Los Evangelios nos recuerdan con fuerza que el poder de la resurrección no borra las heridas de la crucifixión. Jesús continúa llevando estas marcas en su cuerpo y en su alma. El invita a Tomás a tocarlo, para poner su mano en su costado herido. Como nos recuerda el tema para los próximos seis años, es en este mundo herido que estamos llamados a dar testimonio del poder de la resurrección para sanar y transformar, y ayudar a los que sufren con compasión.

Al comienzo de la Semana Santa nos encontramos con la noticia de los ataques terroristas en Egipto, después del ataque en Estocolmo, y la noticia de los ataques químicos y ataques aéreos en Siria, y la violencia en muchas partes de este mundo herido. Ucrania, Venezuela, Filipinas, Congo, Siria, Irak y muchos otros lugares nos llaman a una nueva solidaridad en la misión entre los hombres de buena voluntad. El temor de los refugiados y los migrantes en Europa, Estados Unidos, en Australia y en muchos otros países, pide no construir muros para alejar a la gente, sino a dar un testimonio profético de la compasión y hospitalidad.

El poder de la resurrección no nos va a ‘salvar’, como por magia o milagro, de un mundo herido que llamamos hogar. Por el contrario, la experiencia de la resurrección de Jesús nos da la fuerza para abrazar este mundo con la compasión, para acompañar a los que sufren con la esperanza y la comprensión, y para forjar nuevos lazos de solidaridad entre nosotros y con los abandonados y los pobres. Son las heridas del mismo Redentor que nosotros tocamos en las heridas del mundo. Y el Redentor también toca nuestras heridas para la curación y la paz.

Al igual que las mujeres en el Evangelio en la Vigilia de Pascua, nosotros estamos con ‘miedo pero muy felices’, porque vamos a anunciar la fuerza de la resurrección a todos los hermanos y hermanas. Que su paz y su alegría pueda tocarnos y transformarnos a todos! Que María, nuestra Madre y nuestro Perpetuo Socorro, nos acompañe en este camino de testimonio profético!

Les deseo a todos una alegre y bendita Pascua.

Vuestro hermano en el Redentor,

Michael Brehl, C.Ss.R.

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