La Esperanza en San Gerardo

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La esperanza nos acompaña en la práctica del bien.

La fe nos otorga fuerza interior, mientras que la esperanza nos guía en las buenas obras sin distinción. Por la causa de Dios, la buena voluntad humana y la gracia divina encuentran justificación «por la redención realizada en Jesucristo» (Rom. 3,24).

San Gerardo Majella aprendió a vivir cada día en diálogo y comunión con Dios. Comprendió profundamente, practicó con sabiduría y sirvió a Dios y al prójimo con justicia y santidad. Supo estar atento a la bondad, el perdón y la alegría. Depositó su esperanza en el Señor, donde encontró «toda gracia y abundante redención» (Sal. 129).

Los testimonios sobre Gerardo prueban y confirman sus obras humanas en conformidad con la voluntad divina. Y en el Reino de las Bienaventuranzas, la bondad, la práctica de la justicia y la misericordia nos unen en la misma esperanza que no defrauda. En definitiva, la esperanza es la «llave» que abre las puertas del Reino de los Cielos. Esta unión con Cristo nos hace a todos hermanos.

Siguiendo el ejemplo de este santo Hermano, sabemos que la buena voluntad trae paz a la tierra y que Dios se regocija en esta acción humana (Lc 2,14). Asimismo, la santa Humanidad de Cristo derribó el muro de separación, destruyó el odio y nos hizo herederos del consuelo divino (Ef 2,14). Y Dios Padre y el Espíritu Santo son testigos de esta gozosa y total redención.

La esperanza en San Gerardo es unión, paz y armonía. Como él mismo dijo: «En Dios no hay confusión».
La esperanza nos da convicción en la fe y nos infunde gusto por el servicio cristiano.

Hermano José Mauro Maciel, CSsR