“i” de intersubjetividad

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(del Blog de la Academia Alfonsiana)

A primera vista puede parecer extraño discutir I de intersubjetividad antes de discutir S de sujeto (lo cual haremos en su momento). El hecho es que la intersubjetividad no sólo precede alfabéticamente a la subjetividad, sino que también es ontológicamente anterior: nadie se ha convertido jamás en sujeto por derecho propio.
Para entender por qué esto es así, uno debe partir de la crucial crítica fenomenológica del modelo de conocimiento “sujeto-objeto”. Este modelo, que está en la base de las ciencias empíricas y, por tanto, también de la modernidad en general, ha demostrado (por Husserl, Heidegger, Merleau-Ponty, Levinas y tantos otros) ser extremadamente reduccionista. Subestima en gran medida la complejidad de lo que significa ser un sujeto, lo que significa ser un objeto y lo que significa para los dos estar en relación entre sí (en un mundo).

Si todo esto se aplica a la subjetividad, no es difícil imaginar cuánto mayor es la complejidad cuando se piensa en la intersubjetividad (sin olvidar el orden cronológico antes mencionado). Estos mismos pensadores estaban bastante perplejos ante la posibilidad misma de la intersubjetividad. Se tomaron muy en serio el “solipsismo” y la “ego-ología”. Si yo y solo yo tengo acceso a mi experiencia vivida (es decir, mi conciencia de mi cuerpo como un cuerpo en el mundo), ¿cómo puedo compartir esta experiencia con otros cuerpos que son igualmente únicamente conscientes de su experiencia?

Quizás la mejor respuesta a esta pregunta sea la de Maurice Merleau-Ponty. Dice (en Phénoménolgie de la percepción) que este problema es verdaderamente insoluble si partimos de un sujeto ya establecido y luego tratamos de entender cómo se comunica con otros sujetos previamente establecidos. Debemos pensar más bien en un sujeto en formación (a través de su interacción con el mundo) que se encuentra con otros sujetos en formación en un mundo común. Dicho de otro modo, los principales problemas que tenemos para entender la intersubjetividad son en realidad problemas relacionados con nuestra idea ingenua de subjetividad.

En la medida en que la fenomenología intenta diligentemente abolir (= deconstruir) nuestras ideas inadecuadas sobre nosotros mismos como sujetos, constituye un recurso importante para la teología moral. Esto es especialmente cierto cuando se trata de justicia. La filosofía y la teología clásicas siempre han reconocido la centralidad del otro en el ejercicio de la virtud de la justicia y esta afirmación sigue siendo perfectamente válida. La fenomenología, sin embargo, insiste en invertir el orden de la subjetividad y la intersubjetividad, abriendo así perspectivas completamente nuevas sobre lo que sucede en el espacio entre las personas.

Padre Martin McKeever, CSsR

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