El mundo después del fin del mundo

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(del Blog de la Academia Alfonsiana)

Primero el desafío del cambio climático extremo que ha acelerado la migración, agudizada por el deseo de un estilo de vida más humano, luego el coronavirus y ahora la guerra en Europa, deben empujarnos valientemente a reflexionar sobre el mundo por venir.

Si frenar parcialmente la pandemia nos hizo creer que podríamos volver a un estilo de vida anterior, la guerra en Europa nos está diciendo que la globalización, la interdependencia entre las naciones, tal como la hemos conocido, está llegando a su fin.

En los próximos meses veremos cada vez más un mundo opuesto ya no en bloques ideológicos sino en áreas comerciales que representan la nueva Cortina de Hierro. Un primer bloque comercial está formado por EE. UU., Europa, Australia, Japón, Israel y otros países prooccidentales. El otro bloque lo integran China, Rusia, India y las nuevas economías emergentes como Brasil, algunos países asiáticos y en especial Medio Oriente. Algunas naciones como China, India, Brasil continuarán comerciando con ambas áreas hasta que se les solicite ponerse del lado de una de las dos cortinas comerciales sin demora. En cierto sentido, se ha iniciado la fase de desglobalización que conducirá a un camino cada vez más dividido y opuesto hasta que una de las dos partes hará estallar la balanza para hacerse con la dominación total que marcará también el fin del verdadero progreso humano.

En este escenario, que ya se acerca, es imprescindible empezar a pensar y proponer un nuevo modelo socioeconómico más humano, centrado en las necesidades y no en lo superfluo.

En este tiempo todos estamos pidiendo paz, la derrota de la pandemia y una barrera al cambio climático. Como creyente también es inevitable preguntarse las razones ocultas de este deseo. No cabe duda del sufrimiento de las poblaciones en guerra, como los cambios climáticos que están destruyendo el mundo que hemos conocido, o la legítima aspiración de quienes quieren una vida más digna. Si este es el escenario, ¿por qué volver a un antes que ya no existe, que junto a las posibilidades que ofrece también ha mostrado muchos límites, en lugar de arremangarse para construir juntos un camino más fraterno?

El cambio que se está produciendo ha puesto de manifiesto que el liderazgo tal y como se proyectó y se vivió en el corto siglo, y en la primera parte de este nuevo milenio, no responde a las necesidades reales de la fraternidad. En este contexto, creo que es legítimo preguntarse: ¿necesitamos profetas, guías, autócratas u hombres de buena voluntad que construyan juntos el futuro?

Sobre esta cuestión, el blog de la Academia se detiene durante las vacaciones de verano. Reanudaremos la publicación a partir de mediados de septiembre.

padre Alfonso V. Amarante, CSsR

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