“Vida de un profeta desobediente”

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(del Blog de la Academia Alfonsiana)

Don Lorenzo Milani[1]. Cien años después de su nacimiento, vale la pena recordar a este hermano en el camino. Son estos ejemplos, como otros, que el Espíritu suscita en la historia, los que siguen dando credibilidad a la vida cristiana cuando se convierte en evangelio encarnado. Una vida creíble porque supo escuchar y responder a la realidad que requerían los cambios de su propia vida y las transformaciones de la vida de los demás, especialmente de los niños y jóvenes y de una Iglesia y una sociedad que necesitaban gestos y palabras proféticas para darnos cuenta de que siempre hay alternativas, otras formas y estilos de vida que nos humanizan y nos liberan de la esclavitud constante, explícita u oculta. Recordamos el aniversario de su nacimiento sin olvidar que a causa de una grave enfermedad, la enfermedad de Hodgkin, que padecía desde hacía años, don Lorenzo falleció con tan solo 44 años.

Bastaría ver las vidas concretas que generó su testimonio, son tantos los testimonios que aún hoy se escuchan; sus gestos y palabras transmitidos en sus obras, y en buena parte de sus escritos y otros que lo recuerdan; las películas realizadas en su memoria, para comprender su significado. La teología, y en particular la teología moral, debe encontrar en estos testimonios de vida la clave existencial para realizar la vida según el Evangelio, siempre declinada en presente de indicativo y con la fuerza imperativa del amor que se da sin medida. No buscar expresiones ideales y evanescentes de un evangelio abstracto y universal que se ajuste a todos y en cada situación. No, no se trata de eso. Es más bien un evangelio encarnado en la realidad de una persona y su mundo de relaciones, con sus luces y sombras, con sus aciertos y desaciertos, donde todo es parte del aprendizaje y de una vida que se precia de serlo. No lo recordamos porque hizo todo “perfectamente” siendo un ejemplo “puro” de “radicalidad” evangélica. Lo recordamos porque su vida huele a evangelio vivificado en el camino de la vida, porque su ciencia no es altisonante, sino porque todo huele a sabiduría profética de una vida que, asumiendo el clamor, hace clamor y se hace oír. sin manjares fingidos ni excesivos escrúpulos burgueses.

Personas como Don Lorenzo nos recuerdan la necesidad de creer en los demás, especialmente en los jóvenes, y que es posible generar alternativas de vida. La vida cristiana debe tender siempre a esto. Es bonito ver aquí en Italia estos días la presencia de jóvenes voluntarios que ayudan, como tantas otras veces en la historia, en las zonas de Emilia-Romaña afectadas por la inundación. Esto ha sido y es posible cuando se da la palabra y se da a todas las personas la posibilidad de serlo, una educación integral, que prevé y prepara para la comunicación expresiva favoreciendo la interrelación. Esto fue lo que quiso e hizo don Milani como propuesta revolucionaria. Propuesta que no pocos ya en su día fueron vistas como un pobre laboratorio sin futuro, una improvisación sin garantías de evolución[2]. Su lema y su inspiración se podría resumir en esa frase que parece haber puesto en una de las escuelas: «Me importa», es decir, me interesa, me importa, me preocupa, está cerca de mi corazón. Yo lo cuido. Me hago cargo de la realidad porque me “concierne”, me dejo cuestionar y cuestiono, me dejo interpelar e interpelo, me dejo transformar y transformo. Esta inspiración y su consecuente dinámica son una buena clave para hacer teología moral, de eso no hay duda. Concluimos este recuerdo agradecido y exigente con algunas de sus frases:

«Si tenéis derecho a dividir el mundo en italianos y extranjeros, yo no tengo patria y reclamo el derecho a dividir el mundo en desheredados y oprimidos por un lado, privilegiados y opresores por el otro. Los primeros son mi patria, los otros son mis extranjeros”.

«[Últimas palabras de su testamento para sus muchachos] Os he amado más que a Dios, pero tengo la esperanza de que no esté atento a estas sutilezas y todo lo ha escrito a su cuenta».

«Tened el valor de decir a los jóvenes que todos son soberanos, para los cuales la obediencia ya no es una virtud, sino la más sutil de las tentaciones, que no creen poder protegerse de ella ni ante los hombres ni ante Dios, que cada uno tenga que sentirse como el único responsable de todo».

«El día que hayamos abierto juntos las puertas de algún parque, instalado el hogar de los pobres en el palacio de los ricos, recuerda Pipetta, ese día te traicionaré, ese día por fin podré cantar el único grito de victoria digno de un sacerdote de Cristo: Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos. Ese día no me quedaré contigo, volveré a tu choza lluviosa y apestosa a orar por ti ante mi Señor crucificado» (Carta a Pipetta, 1950).

Finalmente, un comentario del Papa Francisco: «Su inquietud, sin embargo, no era fruto de la rebeldía sino del amor y la ternura por sus muchachos, por lo que era su rebaño, por el que padecía y luchaba, para darles una dignidad que a veces le era negada. La suya era una inquietud espiritual alimentada por el amor a Cristo, al Evangelio, a la Iglesia, a la sociedad y a la escuela que soñaba cada vez más como un hospital de campaña para ayudar a los heridos, para recuperar a los marginados y descartados»[3]. .

p. Antonio Gerardo Fidalgo C.Ss.R.


[1] Nome completo: Lorenzo Carlo Domenico Milani Comparetti; nato e morto a Firenze, 27-05-1923; 26-06-1967 https://www.donlorenzomilani.it/biografia-2/. Vedere anche, tra tanti altri: https://www.liceodonmilaniromano.edu.it/index.php?option=com_content&view=article&id=3:la-figura-di-don-lorenzo-milani&catid=8&limitstart=1&Itemid=109

[2] Accusato di essere comunista, mascalzone, pedofilo, eretico, omosessuale… Basta forse questa testimonianza, di Walter Siti (che in Bruciare tutto, 2017, faceva alcune di queste accuse), per dare una certa autorevole risposta: «Non sono uno studioso ma conosco la sua opera. Anche se la mia interpretazione fosse sbagliata, anche se non ci fosse per niente in lui quell’attrazione verso i ragazzi che mi sembra di aver intravisto nelle lettere, in certe risonanze linguistiche, e dò per scontato che non abbia mai messo in pratica nulla, credo che questo non screditi affatto la figura di don Milani, anzi ai miei occhi la eleva. Un uomo capace di trasformare qualunque pensiero di tipo fisico in questo importante impulso pedagogico ne fa, secondo me, una figura ancora più grande» (riportato da Cristina Taglietti, «Non infangate don Milani». Biografi e studiosi contro Walter Siti, Corriere della Sera, 21 aprile 2017; https://www.corriere.it/cultura/tempodilibri/notizie/tempo-di-libri-walter-siti-bruciare-tutto-don-milani-f762702e-25f8-11e7-83cc-292021888e47.shtml)

[3] Francesco, Videomessaggio inviato il 23 aprile 2017 in occasione della presentazione dell’Opera omnia di don Milani, in https://youtu.be/fDZKWCaIExQ. Il testo si può leggere in: https://pietrevive.blogspot.com/2017/04/papa-francesco-e-don-milani-testo-e.html.

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