Cristo Resucitado viene a encontrarnos en la comunidad

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“La Pascua es la manifestación del Señor Resucitado en nuestra comunidad apostólica, para que sea testigo de su Palabra de redención en la misión” – dice el P. Rogério Gomes, en el videomensaje a la Familia Redentorista.

Junto con el Superior General, los miembros de su Consejo extienden sus saludos pascuales, destacando diferentes dimensiones de la experiencia de la Pascua, celebrada en la comunidad religiosa y en la gran comunidad de la Iglesia universal:

Pascua es ver al Señor resucitado con la luz de su gloria en el rostro de cada hermano de la comunidad, a pesar de los desafíos cotidianos.

La Pascua es un tiempo nuevo, una manifestación de vida comunitaria, un tiempo de esperanza y de cercanía que nos invita a compartir la presencia del Señor resucitado con nuestros hermanos y hermanas.

La Pascua es el tiempo en que reconocemos al Señor, juntos en comunidad, en el pan partido y compartido, en nuestra historia común en la que nos preguntamos unos a otros: ¿No ardía nuestro corazón cuando nos abrió las Escrituras?

La Pascua es la experiencia de la fuerza y la vida de Cristo resucitado, que en medio de nosotros, con la luz del Espíritu, nos genera como comunidad al servicio de toda la familia humana para comunicar la vida y la alegría del Padre.

La Pascua es un tiempo de alegría por el encuentro con Cristo, el Resucitado, que se hace gloriosa y misteriosamente presente en los más abandonados, así como en la comunidad. Es tiempo de proclamar con valentía que hemos visto al Señor y hemos tocado su cuerpo.

La Pascua es la gozosa esperanza de la abundante apud eum redemptio que, al renovar y fortificar nuestra vida comunitaria, nos abre a la acción apostólica misericordiosa.

No es casualidad que las felicitaciones pascuales de este año contengan tantas referencias a la vida comunitaria. Desarrollando los temas principales del último Capítulo General, el Gobierno General ha decidido que todo este año se dedicara a la reflexión sobre la comunidad redentorista, que es el contexto fundamental de nuestra vida consagrada y de nuestra misión.

¿Cómo estamos viviendo la experiencia de Cristo resucitado en nuestras comunidades religiosas? ¿Cómo estamos haciendo el anuncio de la Pascua a nosotros mismos como vida consagrada, a nuestros colaboradores laicos en la misión y a nuestros destinatarios? Estamos llamados a ser misioneros de la esperanza tras las huellas del Redentor, y la Pascua nos invita a hacerlo partiendo de nuestras comunidades redentoristas y extendiéndolas al Pueblo de Dios.

¡Felices Pascuas!

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