Blog de la Academia Alfonsiana: La intersubjetividad en Maurice Merleau-Ponty

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Un grupo de profesores y colaboradores propone un curso transdisciplinar en la Academia Alfonsiana titulado “La persona humana como ser relacional. Perspectivas transdisciplinarias”. El texto original está publicado en la página web de la Academia Alfonsiana de Roma.

III. El paradigma fenomenológico: la intersubjetividad en Maurice Merleau-Ponty
de p. Martin McKeever, CSsR

Si, como vimos en el anterior post de esta serie en el Blog, es bastante arriesgado hablar de “paradigma personalista”, aún lo es más cuando hablamos de “paradigma fenomenológico”. Hay dos razones principales para esto: primero, porque hay mucha discusión sobre lo que realmente constituye la fenomenología; en segundo lugar, porque como quiera que la entendamos, la fenomenología opera no con uno sino con una serie de paradigmas (¡el Dasein de Heidegger está muy lejos de l’autre de Levinas!). Sin embargo, si consideramos un paradigma como “un modelo global y prescriptivo para la vida colectiva”, es posible encontrar ejemplos de autores que aplican un paradigma fenomenológico a la persona humana como ser relacional. Un ejemplo excepcional de este enfoque lo podemos encontrar en el pensamiento de Merleau-Ponty (1908-1961) cuando reflexiona sobre lo que él llama intersubjetividad.

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Para entender a Merleau-Ponty en cuanto a la intersubjetividad, primero debemos intentar entenderlo en cuanto a la subjetividad. La esencia del sujeto humano para Merleau-Ponty es la apertura, es decir, ante todo, la apertura de los cinco sentidos que hace posible nuestra percepción del mundo. El sujeto humano es consciente no sólo del mundo exterior sino también de sí mismo al ver, oír, tocar, oler y saborear este mundo. La fenomenología es la ciencia que estudia cómo el sujeto humano, a partir de esta experiencia primordial, avanza hacia una articulación del sentido de su existencia en el mundo.

La principal contribución de Merleau-Ponty sobre la cuestión de la intersubjetividad se refiere a la observación de que desde el principio los seres humanos comparten una experiencia del mundo. No se trata de que un sujeto humano se desarrolle como sujeto trascendente y luego decida entablar relaciones con otros sujetos (esto llevaría de hecho al solipsismo). Más bien llega a descubrirse a sí mismo como sujeto principalmente a través de su interacción con otros sujetos en un mundo compartido. La base de esta interacción es el cuerpo humano experimentado por el sujeto y observado en el comportamiento de los demás. Para resaltar la importancia del cuerpo en esta interacción, Mearleau-Ponty habla no sólo de intersubjetividad sino de intercorporeidad (intercorporéité).

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(el texto es una referencia al original en una traducción libre de Scala News, no autorizada para su publicación)

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