“Cancel Culture”

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(del Blog de la Academia Alfonsiana)

El fenómeno de “cancel culture” a nivel moral debe plantear preguntas. Este concepto que nació como el deseo de quitar el LIKE o me gusta de una determinada imagen o frase que apareció en las redes sociales, se ha convertido en un “descargar algo o alguien. Rechazar a un individuo o una idea” imponiendo una sola cultura.

La evolución del concepto es tan continua que se transforma en una clara voluntad de procesar el pasado cercano o lejano. La cancel culture lleva dentro de sí una deriva autodestructiva de la sociedad sin proponer algo constructivo capaz de mantener unida la diversidad. Este fenómeno, que se configura por su ira explosiva por todo lo que no se comparte, se puede observar claramente en los campus universitarios y en los debates políticos en Norteamérica.

Algunos académicos han comparado la cancel culture con un corrector colectivo que quiere descomponer símbolos (piense en las estatuas de Cristóbal Colón destruidas en los EE. UU.), procesar el pasado (el caso de los abusos del siglo XIX contra los nativos en Canadá), reescribir totalmente el concepto de lo que es bueno, en virtud de una tolerancia y una normatividad ética y legislativa a reescribir desde un único punto de vista que se vuelve hegemónico.

La cancel culture se está imponiendo a nuestro público diciendo lo que es aceptable o no, está cancelando hechos y eventos pasados, como ejemplo reciente se piense en la alegre norma de la comunidad europea sobre la Navidad, y aquellos que no se alinean con la cultura dominante son marginados y se les quita el LIKE. En pocas palabras: quieren crear un pensamiento único.

La sociedad occidental donde ha estallado este fenómeno, si bien quiere rechazar la idea de Dios, se ha construido sobre una historia pasada de la que el cristianismo es parte fundante. La cancel culture, quiere borrar el pasado, nos hace perder la experiencia social, religiosa y jurídica de nuestra sociedad adquirida a un alto precio, y quiere reescribir la historia, los valores y principios de la sociedad mundial.

A nivel moral, la cancel culture conduce a un subjetivismo exasperado y peligroso para la identidad misma del hombre y de la sociedad. Ofrece una base ideológica para el principio de autodeterminación, que no tiene en cuenta el recorrido humano, los derechos adquiridos a un alto precio y la biopolítica. De esta forma se cancelan todas las diferencias.

Este proceso puede poner en juego nuestra futura libertad de expresión y por lo tanto también la posibilidad de dar a luz a una contracultura de cancel culture.

El Pontífice en su discurso ante el cuerpo diplomático a principios de enero afirmaba valientemente: “En nombre de la protección de la diversidad, acabamos borrando el sentido de toda identidad, con el riesgo de silenciar las posiciones que defienden una idea respetuosa y equilibrada de las diversas sensibilidades”.

padre Alfonso V. Amarante, CSsR

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