Filipinas: Celebración del Día Alfonsiano 2025 por los Jóvenes Misioneros Redentoristas en la ciudad de Legazpi

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“Magpalaod” – Navegando las Profundidades de la Fe con Valiente Esperanza

Los jóvenes de hoy viven en un mundo que lidia con la desesperación, la confusión, la división y la superficialidad, y se enfrentan a una decisión crucial: permanecer en las aguas poco profundas de la comodidad efímera o profundizar, donde la fe puede ser puesta a prueba, pero se santifica, se fortalece y da fruto. Reuniendo a jóvenes misioneros en un encuentro participativo y transformador, el Día Alfonsiano 2025, del 9 al 10 de junio, fue una convención espiritual que convocó a los jóvenes misioneros redentoristas de Filipinas como “peregrinos de la esperanza” que respondieron con valentía a la invitación eterna de Cristo: “Rema mar adentro y echad vuestras redes para pescar” (Lc 5,4).

El tema central del Día Alfonsiano, “Magpalaod” (navegar), tiene un profundo significado espiritual que trasciende lo literal y lo mundano. En la Biblia, el mar embravecido suele simbolizar caos e imprevisibilidad, pero quienes tienen esperanza en Dios lo encuentran en medio de la turbulencia. Desde la calma de la tormenta hasta Pedro caminando sobre las aguas, el mar siempre ha sido el lugar donde la fe se rinde o se fortalece. Evocando la pesca milagrosa de Pedro en el Evangelio, podemos decir que, en esencia, «magpalaod» es la invitación del Espíritu Santo a abandonar las aguas poco profundas de la mediocridad y los apegos mundanos y navegar por las profundidades, donde la confianza total en Dios no es opcional, sino esencial. Es una historia de esperanza que persevera incluso cuando el resultado es incierto y las aguas que se nos presentan parecen traicioneras.

La Jornada Alfonsiana de este año trasciende las reuniones juveniles habituales, al recuperar la visión de la Iglesia de la pastoral juvenil como la formación de jóvenes con visión misionera, que no son meros espectadores de la fe, sino participantes activos en el plan de Dios. Nos invita a abrazar nuestra identidad bautismal para ser discípulos misioneros que llevan el amor redentor de Cristo a las periferias de la sociedad, especialmente a quienes se ahogan en la desesperación, la injusticia y el vacío espiritual. A la luz de la fe, este camino resuena profundamente con las enseñanzas y el testimonio de San Alfonso María de Ligorio, quien dedicó su vida a predicar la abundante misericordia de Dios, especialmente a los más abandonados. Hoy, esta convicción es la que debemos tener y se hace posible al anclar nuestra esperanza en el Señor, como dijo: «Quien ora, ciertamente se salva; quien no ora, ciertamente se condena». La oración, entonces, se convierte en el medio por el cual los jóvenes navegan el abismo, su conexión con Dios en medio de las tormentas de la vida. El Día Alfonsiano 2025 es también una oportunidad para redescubrir esta relación esencial con Dios y basar su misión no en la fuerza humana, sino en la gracia divina.

Reconociendo su papel sublime, las actividades lúdicas y espiritualmente enriquecedoras que se organizan en este día fomentan el genuino crecimiento espiritual de los jóvenes mediante una disposición a la humildad y la apertura. A esto se suma la santa tarea de encontrar caritativamente a los demás, renunciando a las ideas preconcebidas, el orgullo y las distracciones en el altar del amor transformador de Dios. Esta preparación interior es el lugar donde el Espíritu Santo puede obrar para su transformación.

La oración va acompañada de una profundización a través de la reflexión. Al igual que los santos a lo largo de la historia, quienes han enfatizado la importancia de examinar la propia vida a la luz de la voluntad de Dios, el joven puede experimentar la presencia de Dios y responder a su llamada incluso en una época en que la cultura moderna exalta la prisa y la superficialidad. La práctica de la escucha auténtica también se extiende a escuchar con el corazón, reflejando el ejemplo de Cristo, quien, siendo divino, acogió el clamor de los pobres, los enfermos y los marginados. Esta práctica permite a los jóvenes encontrar a Dios no solo en la Escritura y la oración, sino también en las historias, las luchas y las esperanzas de los demás. En este encuentro, compartir y socializar se convierten en espacios donde la escucha se convierte en un acto de solidaridad y discernimiento comunitario que ofrece sanación tanto a la Iglesia como a la familia humana en su conjunto.

La Jornada Alfonsiana de este año cobró un significado aún mayor cuando los delegados de las diversas Unidades Apostólicas del país peregrinaron a Legazpi, reunidos como una sola familia, unidos por el amor de Cristo y la misión de San Alfonso. Ver a jóvenes de diferentes regiones abrazándose, compartiendo comidas, intercambiando historias y orando juntos fue un poderoso testimonio del perdurable espíritu de hermandad y comunión de los Redentoristas. Es apropiado llamar a este evento una peregrinación de esperanza que trascendió las distancias geográficas y las diferencias personales. Se pudo apreciar la calidez de la confianza mutua y la amistad que florecía mientras los delegados participaban no solo en sesiones de formación espiritual, sino también en actividades divertidas y significativas diseñadas para fortalecer su vínculo como familia de jóvenes redentoristas. Las risas eran evidentes y continuaron hasta bien entrada la noche, los juegos propiciaron una alegre recreación, y los programas culturales y el intercambio grupal permitieron a cada grupo celebrar su rica herencia a la vez que honraban su fe compartida.

Khryssdale S. Jacob,
Misión Juvenil redentorista-Legazpi